Los primeros meses de 1993 han sido ricos en la manifestación de los nuevos perfiles y tendencias que viene asumiendo la contradicción entre el capital y el trabajo en el actual proceso de reestructuración capitalista.
Los trabajadores han vuelto a ser protagonistas de las principales luchas sociales contra el capital y han logrado erigirse como la principal fuerza opositora contra el proyecto neoliberal, A diferencia de la década de los años ochenta, que llevó a muchos científicos sociales a dictaminar el entierro definitivo del movimiento sindical con la irrupción de los llamados nuevos movimientos sociales, al promediar el primer lustro de la década de los noventa, los trabajadores organizados vienen demostrando —con sus luchas— la vigencia de su movimiento y la posibilidad de proyectarlo a escenarios más complejos y calificados de la confrontación con el capital.
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