Una vez que el país se acostumbró a la difícil situación del café en los mercados internacionales, se volvió a revivir la discusión sobre la apertura de la economía colombiana a la economía mundial, en los últimos meses del año pasado. De esa forma, se desempolvaba un viejo proyecto de sectores de la burguesía colombiana, que ahora sí parecería contar, al menos en apariencia, con condiciones favorables para su realización.
La apertura, de la que se ha venido hablando, no es más que el componente de un proceso más global! de tránsito y consolidación de una nueva fase de acumulación, que seguramente culminará en el transcurso de la década de los noventa. Esa transición, cuyos orígenes se remontan a los años setenta con el neoliberalismo de entonces, se expresa en un proceso de reestructuración capitalistas que supone tanto la modernización de la base productiva existente como una reforma del estado. Dichos procesos se deben entender en interacción y mutuo condicionamiento, señalando la tendencia que mostrará el desarrollo capitalista.
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