En un hermoso artículo publicado el 8 de marzo pasado en El País de Madrid, Gúnther Grass definía el estado de ánimo de los vencedores en Europa como la "soledad del capitalista". "Los triunfadores de la historia no saben qué hacer con su supuesta victoria. Están sentados sobre ella como un tendero sobre un artículo que no acaba de encontrar salida", sentenciaba. Asi podría definirse también el proyecto de Unión Europea Monetaria (UEM), que en desarrollo de los acuerdos de Maastricht debería concretarse a partir del primero de enero de 1999, con la llegada al mundo del euro, una moneda que el capital europeo pretende colocar en los globalizados mercados monetarios y financieros para competir con el dólar americano y el yen japonés.
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