El inicio de la década de los noventa coincidió con la configuración de una situación compleja para el futuro del proyecto histórico de los trabajadores.
Se produjo la derrota del proyecto socialista en la forma de organización económica, política y sociocultural de las sociedades de Europa Oriental y de la Unión Soviética. La reestructuración capitalista adquirió un importante impulso, en tanto que conformó nuevos espacios de ampliación de la relación capital-trabajo en esas sociedades, y avanzó en la profundización del proceso de desestructuración de la clase obrera en el mundo capitalista. En América Latina, la avanzada neoliberal entró en una fase decisiva —favorecida por ese contexto-— que permitió "arrinconar" las fuerzas organizadas del trabajo y cooptar — a importantes sectores de éstas—para los objetivos del proyecto de acumulación en marcha y la legitimación de un nuevo régimen de dominación de los trabajadores.
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