Desde finales de la década de 1990 se ha venido apreciando un cambio significativo en el mapa político de América Latina. Después de un período importante de hegemonía del capitalismo neoliberal en la región, los proyectos político-económicos inspirados en el Consenso de Washington entraron en crisis y empezaron a ser desplazados por gobiernos que genéricamente han sido caracterizados como alternativos o de izquierda. Aunque a todos estos procesos políticos les ha sido común la victoria electoral de fuerzas políticas o de coaliciones de izquierda, la llegada de los nuevos gobiernos no puede ser explicada simplemente como un fenómeno electoral. En sentido estricto, se trata de procesos contentivos de múltiples y variadas trayectorias de origen, en las que se expresan los acumulados de intensas luchas sociales y de gestas de resistencia social y popular, frente a los embates de la dominación y la explotación capitalistas. La llegada de la izquierda al gobierno también ha estado precedida por experiencias de gobierno local, en ciudades importantes de América Latina.