El "Acuerdo Final para la terminación del conflicto y una paz estable y duradera" suscrito entre la guerrilla de las FARC-EP y el Gobierno Nacional el 24 de noviembre de 2016, representa el hecho político más significativo de las últimas décadas en Colombia y constituye, al mismo tiempo, un acontecimiento del mayor significado para los propósitos de hacer de Nuestra América un territorio de paz.
A cerca de tres años del inicio del proceso de implementación no es posible aún formular un dictamen definitivo sobre el destino del Acuerdo de paz, aunque son identificables tendencias prevalecientes que indican que se asiste a un intensa lucha entre las fuerzas que pretenden habilitar las condiciones para una consumación de la perfidia y del incumplimiento por parte del Estado, por una parte, y aquellas que -con diferenciada intensidad y alcance- insisten en el potencial transformador y reformista de lo pactado.